“Cuando Willy tenía 15 meses, era un niño como todos los de su edad. Sin embargo ya tenía algo en la mirada que lo hacía diferente. Era una sensación algo inquietante, pero nada que me hiciera pensar que había algo serio detrás.
A los 16 meses, me lo encontré dando vueltas sobre si mismo, y con la mirada totalmente perdida. Aquí pasa algo. Su rostro mostró de repente una expresión vacía, totalmente ausente, su mirada ya no evaluaba su entorno como hacía antes. Su mirada no veía; el intenso brillo de sus ojos verdes se apagaba de vitalidad y se perdía en un punto indefinido. No respondía a estímulos, por lo que inicialmente me dio la sensación de que podía ser mudo. En ese momento los latigazos de mi corazón martilleaban con más fuerza que nunca. A mi hijo le pasa algo, y no sé qué es.
Después de un largo peregrinar por las catacumbas del sistema, conseguimos que nos dijeran lo que pasaba. Guillermo es autista.
Es más la desazón del desconocimiento, que el hecho en si de la condición. Pero lo cierto es que en ese momento comprendía que mi vida acababa de dar un giro radical e inesperado, y que había que prepararse bien para lo que viniera ¿qué es esto del autismo? Me acuerdo de aquella película de aquel tipo que cuenta las cerillas que se caen al suelo, el mismo que hace rico a su hermano jugando a las cartas. Pues no será tan malo, digo yo ¿pero qué es?
Uno comprende la ilimitada capacidad que tiene el ser humano de desarrollar la estupidez cuando intenta responder o que le ayuden a responder a una pregunta tan sencilla. Sin excepción alguna, cada persona a la que preguntamos nos contaba una versión distinta, sino opuesta, y por supuesto nos ofrecía una solución probada e incuestionable. Es decir, nada de nada. No sabemos qué hacer, no sabemos cómo ayudar a nuestro hijo, no sabemos si está bien, si está mal, si le duele, si es feliz, si nos quiere..
La falta de consenso, y la imposibilidad de que alguna de las respuestas que nos ofrecen nos deje mínimamente tranquilos nos hace iniciar una peregrinación a la búsqueda de respuestas, y de ser posible, de soluciones. En este peregrinar nos hemos cruzado con todo tipo de sujetos de mejor o peor condición humana. Siempre ha de haber alguien que intenta sacar provecho de la angustia ajena. También nos hemos cruzado con buenas gentes, pero incapaces de abstraer sus limitaciones al contexto del mundo real.
Con 3 años decidimos ir a los EEUU a ver que pasaba por ahí. En ese viaje, se nos encendió una luz tenue que alimentó nuestra hambre de esperanza. Existen terapias con décadas de experiencia, que están obteniendo resultados asombrosos, los cuales tienen el respaldo de unas estadísticas rigurosas y admitidas por todos los estamentos. Pues bien cogimos ese desvío, en el cual seguimos inmersos 6 años después.
Guillermo ha despertado en todos nosotros unos sentimientos que no sabíamos que existían. No hay persona que haya estado en contacto con el que no quede desarmada por su mirada pura, abrazada por su sonrisa perfecta, en definitiva, enamorada por su aura de felicidad que arropa y embriaga. Fue quizás esa mirada la que mantuvo a flote los ánimos de una familia desorientada y superada por todo lo que estaba ocurriendo.
Personalmente no soy capaz de valorar cómo habría sido mi vida si Guillermo hubiera sido “normal”. He aprendido tanto de él que si me dieran a elegir no renunciaría a todo ese enriquecimiento. Me considero mejor persona gracias a mi hijo; he aprendido a querer mejor, a compartir más, a relativizar los obstáculos con los que te pone a prueba la vida. Soy mas fuerte, soy mejor padre, mejor marido, mejor amigo, todo ello gracias a Guillermo.
Ahora, con 9 años, Guillermo va al cole. Va con sus fieles e inseparables sombras, que cuidan y velan por él, cada vez desde más distancia, porque cada vez está más cerca de ser uno más. Aun cuando llegan las notas a casa, no salgo de mi asombro. No puede ser el mismo niño que creía mudo, aislado, sombrío y taciturno. Pero es. Es él. Es mi Willy. Y lo está consiguiendo. El esfuerzo que está haciendo, la capacidad de trabajo que demuestra día tras día son absolutamente increíbles. El esfuerzo de su equipo de trabajo, de su abuelita querida, de todos los que estamos cerca, está teniendo su recompensa en unos resultados que yo creía imposibles hace no mucho.
Los regalos que nos da la vida no siempre vienen envueltos en papel dorado”.
(firmado, padre fundador).